dimarts, 23 de novembre del 2010

Literatura Grecolatina. La Comedia: Plautó

(Tito Maccio Plauto; Sarsina, actual Italia, 251 a.C.-Roma, 184 a.C.) Comediógrafo latino. A pesar de que los datos sobre su vida son inciertos, se cree que trabajó en Roma durante su juventud en una compañía teatral, quizá como actor cómico, y que, habiendo ahorrado un poco de dinero, lo invirtió sin éxito en una especulación comercial. Empobrecido, se dice que trabajó como molinero mientras escribía sus primeras obras en sus ratos de ocio.
Sus comedias comenzaron a representarse en Roma a partir del 210 a. C., en medio de un gran éxito de público, hecho que se tradujo, tras su muerte, en una abundante circulación de obras. Son más de 130 las comedias atribuidas a Plauto, aunque el crítico Varrón, en el siglo I a. C., consideró que sólo 21 eran auténticas, las mismas que han llegado hasta hoy.
Plauto se dedicó exclusivamente a la comedia, tomando como modelo la nueva comedia griega, que él adaptó al gusto romano y que al parecer contrastó con otras obras romanas contemporáneas, mezclando personajes y situaciones. Si bien partía de situaciones completamente convencionales, Plauto supo combinar con gran maestría la acción y el diálogo, pasando con un ritmo vivo de la intriga al retrato de costumbres, y supo imprimir a sus textos una dosis importante de lirismo y fantasía.
Su gran contribución literaria, sin embargo, reside ante todo en su lenguaje, vivo y de gran riqueza, con una gran variedad de recursos que empleó para crear una lengua original que constituye una de las más excelsas muestras de latín literario. Su influencia se ha mantenido viva desde la Antigüedad tardía hasta hoy, haciéndose presente en las divertidas versiones de Boccaccio, Ariosto, Shakespeare o, más modernamente, Molière, Dryden o Lessing.


El Soldado Fanfarrón

El soldado fanfarrón consta de cinco actos. En el primero, que consta de una escena, se nos presenta a dos personajes: el militar que da nombre a la obra, Pirgopolinices, y un parásito de su entorno, que lo elogia prodigosamente. En “aparte” lo llama embustero y jactancioso, y justifica sus propias mentiras en su necesidad de comer. Lo elogia con tal desmesura que lo hace incluso adelantándose a lo que va a escuchar.
No obstante el militar ni siquiera sospecha de la burla. En esta escena, el parásito realiza la suma de los enemigos que el militar -Pirgopolinices- supuestamente había matado en un día determinado. Ya los números eran exagerados en sí: 150, más 100, más 30, más 60; pero no conforme con esto, en lugar de dar la cifra de 340 enemigos que sería el resultado de sumar esos números, cuenta un total de 7000 enemigos muertos por Pirgopolinices en solamente un día.
A esta exageración de la exageración por parte de su adulón parásito, el militar contesta: «…muy bien llevas la cuenta». El parásito, subrayando su interés, dice para sí mismo: «Los panecillos dorados me inspiran». Esta situación de dependencia con respecto al sustento es también señalada por el mismo Pirgopolinices, quien llega a decirle en esta escena -la única en la que aparece el parásito-: «Mientras te portes como hasta ahora tendrás qué comer…».
 
 



(www.biografiasyvidas.com)

Juanjo Seoane

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada